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Dos familias, dos bandos y las mismas emociones que los unen

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DOS FAMILIAS, DOS BANDOS Y LAS MISMAS EMOCIONES QUE LOS UNEN

LA ESPAÑA ROTA, ZURCIDA POR LAS ALMAS

Fotografía desde la trinchera (Anverso y reverso).

Fotografía: Realizada desde la trinchera en plena Guerra Civil. Fotógrafo: Mateo Cabrera Guevara. Colección: Privada. Familia Cabrera. Fecha: 04/07/1937. Ubicación: Madrid.

 [Fuente: Familia Cabrera].

Esta fotografía realizada por mi tío Mateo en el frente, agazapado en una trinchera, además de un fantástico documento histórico, define  muy bien la división entre dos bandos que se destrozaron mutuamente en la Guerra “Incivil” Española. Un muro de odio imaginario, pero real, tan real como esas trincheras y la destrucción que se aprecia en la imagen.
Nuestro país, como muchos otros, ha sufrido a lo largo de su longeva historia, la desagradable lacra de las guerras.

Toda guerra es un desastre, para los países, las familias y las personas, por no decir los estragos que causa en el medio ambiente, flora y fauna, y las incontables pérdidas de patrimonio histórico, edificios, documentos (los que somos genealogistas sabemos muy bien la imposibilidad de poder continuar una investigación a causa de la destrucción de un archivo).
Con este artículo pretendo unir a mis dos familias, la paterna (de un bando) y la materna (de otro bando), que aunque separadas ideológicamente (o por las circunstancias de cada una), estaban unidas. Dos bandos unidos por el sufrimiento de una guerra, por el padecimiento de verse más de dos años luchando en el frente, hablo de mi tío paterno Mateo, el que realizó esa fotografía, experiencia traumática de la que regresó siendo otra persona y con secuelas que le acompañaron hasta el final de sus días, final prematuro, por un lado. Por otro lado, y ya en la posguerra, la dura posguerra, el otro bando, el martirio del hambre, las necesidades de mi bisabuela y abuela maternas, encarceladas en prisiones horrorosas, varias veces; estigmatizadas por la sociedad, por el sistema, por sus vecinos.
No hay vencedores en una guerra, solo destrucción, de bienes y personas y, sobre todo, sufrimiento. Sufrimiento que marcó para siempre a unas generaciones, y que desgraciadamente, nuestra actual sociedad no quiere terminar de superar.
Este artículo es un intento, si no de cerrar heridas pasadas, sí, de esperanza. Esperanza de poder hablar del pasado sin rencor, sin estigmatizar a los difuntos (e incluso a los vivos) por ser de uno u otro bando, o porque nuestros abuelos eran de un lado o de otro.

He aquí un pequeño homenaje a mis dos familias, a mis dos “Españas”, unidas por sus circunstancias vitales, porque todos somos personas, distintas, pero con emociones y sentimientos semejantes…

NOTA: La mayoría de los acontecimientos vitales que aquí se recogen, son de origen oral, es decir, repetidas a lo largo de los años, por mis padres y otros familiares. Teniendo en cuenta esto, aunque son una información muy valiosa y, muchas veces, la única disponible, pueden tener sesgos involuntarios o no. Esta nota creo necesaria añadirla como investigador, pero a nivel personal, sobra decir que no dudo de lo que me ha contado mi familia.

 

BANDO PATERNO.

Una pequeña biografía: Vida y tribulaciones de mi tío Mateo.

Mateo…

Mi tío, siempre fue un desconocido para mí.
Desgraciadamente, falleció antes de que yo hubiera venido a este mundo. La mayoría de datos de su biografía, hasta hace bien poco, me los comentó mi padre a lo largo de los años. Por su forma de hablar de él, se ve que le apreciaba mucho y que le apenó su vida azarosa y complicada y, sobre todo, su triste final. Los documentos y datos oficiales, ya han sido resultado de mi investigación posterior.
Mateo Alejandro Cabrera Guevara, nació en Arucas en 1912, en una familia acomodada y numerosa, hijo de Bonifacio (sombrerero) y María del Rosario.


Retrato de Mateo con unos pocos meses de vida.

Fotografía: Colección: Privada. Familia Cabrera. Fotógrafo: Desconocido. Año: 1912. Ubicación: Arucas, probablemente.

 [Fuente: Familia Cabrera].

Supongo que tendría una infancia feliz, como todo chiquillo sin preocupaciones. Fue sombrerero un tiempo, como su padre, pero sus inquietudes le llevaron más lejos. Entre las empresas que creó, fue la de una especie de financiera, supongo que podría llamarse así, pues prestaba dinero a las personas para que pudieran comprar a plazos lo que necesitaban. Esta empresa la realizó asociándose con uno de sus numerosos hermanos, con Antonio Carlos que, por cierto, posteriormente, sería apoderado de un banco hasta su jubilación. Entiendo, no lo sé con certeza, que crearía más empresas, sé que llegó a vender sellos y vitolas y que traía mucha mercancía en el período de la Guerra, cuando más falta hacía.
También fu un viajero incansable, parece ser que gran parte de su vida, la pasó fuera de su querido Puerto de La Luz, y de su apreciada familia, como intuyo por lo que leí en alguna de sus cartas y por lo que me decía mi padre. Estuvo residiendo, al menos en Buenos Aires (Argentina) y en La Habana (Cuba).
Sé que contrajo matrimonio en 1947, según un Padrón Municipal, yo creo que aquí, aunque algunos familiares me indican que en Argentina. Solo sé el nombre de su mujer, y que tuvo, al menos, dos hijos, como se aprecia en esta fotografía tomada en Buenos Aires, en el año 1953.

Foto de familia: Mateo, Margot (su esposa) y sus hijos.

Fotografía: Colección: Privada. Familia Cabrera. Fotógrafo: Desconocido. Año: 1953. Ubicación: Plaza del Congreso, Buenos Aires (Argentina).

 [Fuente: Familia Cabrera].

Sobre su mujer, llamada Margot, solo conozco dos pequeñas historias que circulaban en mi familia, que omitiré en esta ocasión. Solo diré, que un familiar cercano, lo denunció ante el Régimen Comunista de Castro, lo que provocó su huida de Cuba, pues peligraba su vida y, como mínimo, hubiera sido encarcelado. Con ello perdió todos sus bienes, propiedades y empresas y, lo peor de todo, a su propia familia.

Añado una fotografía de mi tío en La Habana (Cuba), unos años antes de su salida forzosa de la isla caribeña. Salida que fue posible, gracias a la intervención de las monjas del Císter, Orden a la que pertenecía mi tía Pino.

Mateo en la Habana (Cuba).

Fotografía: Colección: Privada. Familia Cabrera. Fotógrafo: Desconocido. Año: 1963. Ubicación: La Habana (Cuba).

 [Fuente: Familia Cabrera].

 

Aproximadamente, a mediados del año de 1968, Mateo regresó a su isla querida. Su vuelta no fue alegre, pues vino en una situación precaria, no solo económicamente, sino moral y psicológicamente. Tanto le marcaron las circunstancias de la vida, como la Guerra “Incivil” Española o la Dictadura comunista cubana, que acabó sus últimos días en un psiquátrico, poco después de llegar a Gran Canaria. Falleció en enero de 1969, debido a una cardiopatía descompensada, el mismo día del cumpleaños de su padre (mi abuelo), que murió pocos meses después. Sin duda, el haber estado en el frente más de dos años, le traumatizó. De hecho,  tras la guerra, cuando escuchaba un timbre o sonido estridente parecido, se escondía debajo de la cama, no sé si literalmente, pero este comentario de mi padre me da entender el sufrimiento de esa alma sensible, que era mi tío Mateo. Para rematar, esa dura experiencia cubana, tuvo que ser la gota que colmó el vaso de las tribulaciones de Mateo, que en vida fue generoso, según me cuentan, y que tuvo ese final inmerecido.
Acabo esta pequeña biografía de Mateo, con dos fotografías, la primera con atuendo militar, entiendo que en el período en el que estuvo en la guerra, y la segunda, tomada un tiempo antes de fallecer.

Mateo Alejandro Cabrera Guevara (1912, Arucas – 1969, Tafira (LPGC)), con atuendo militar.

Fotografía: Colección: Privada. Familia Cabrera. Fotógrafo: Desconocido. Año: 1937. Ubicación: Desconocida.

 [Fuente: Familia Cabrera].

 

Mateo Alejandro Cabrera Guevara (1912, Arucas – 1969, Tafira (LPGC)).

Fotografía: Colección: Privada. Familia Cabrera. Fotógrafo: Desconocido. Año: 1968. Ubicación: Las Palmas de Gran Canaria.

 [Fuente: Familia Cabrera].

De celebración por la Calle de Triana, Las Palmas de Gran Canaria, meses después del fin de la Guerra (Anverso y reverso).

Fotografía: De celebración por Triana. Fotógrafo: Desconocido. Colección: Privada. Familia Cabrera. Fecha: 10/09/1939. Ubicación: Calle de Triana, Las Palmas de Gran Canaria.

 [Fuente: Familia Cabrera].

 

BANDO MATERNO.

Dos vidas truncadas: Los infortunios y vicisitudes de mi bisabuela Amparo y mi abuela María.

Amparo…

Mi bisabuela Amparo es, sin duda, un claro ejemplo de madre coraje. Sin saber leer y escribir y con seis hijas que mantener, sin marido, pues era madre soltera, y con la sociedad en contra, como poco, y en un período difícil y extremo por el que pasaba España y el mundo entero, tuvo el coraje suficiente para continuar adelante a pesar de todos sus problemas, que no fueron pocos. Amparo, nació en Somo (Cantabria), aunque era de ascendencia vasca. Residió en Santoña (Cantabria), practicamente toda su vida, excepto desde el año 1960, año en que llegó junto con su hija María y su nieta Amparo, hasta el final de sus días, los cuales pasó en Las Palmas de Gran  Canaria, donde falleció.

María Amparo Pérez Elorriaga [1911, Somo (Cantabria) – 1971, Las Palmas de Gran Canaria].

Fotografía: Colección: Privada. Familia Pérez Elorriaga. Fotógrafo: Desconocido. Año: c.1970. Ubicación: Las Palmas de GC.

 [Fuente: Chiqui o Chini (nieta de Amparo)].

Amparo, nació en Somo (Cantabria), en enero de 1911; hija de José Pérez Sirrez, natural de Orán (Argel) y de Dominga Juana Elorriaga Eguiguren, natural de Santoña. Aunque su padre había nacido en Argel, sus abuelos eran de Alicante, Almería y País Vasco, respectivamente. Cuando sus convecinos le decían que su padre era moro, cosa que la enfurecía mucho, se defendía recordando que era descendiente de españoles. Curiosamente, a uno de sus hermanos le llamaban “El moro”, y este mote llegó, incluso, a uno de sus nietos, José Isidoro Pérez Durán, conocido por “Pepe Moro”, persona muy querida en Santoña y recientemente fallecido. Este útimo, era sobrino de mi bisabuela Amparo. Hablando de motes, en Santoña, era conocida por “La Motrica”, algo curioso, pues el primero de mis ancestros que era de Mutriku (Guipúzcoa), era su bisabuelo, José Bernardo. Supongo que de ahí le vendría ese mote, que también reciben mi abuela y mi madre, a las que conocían por la hija y la nieta de la Motrica.

…….

La infancia de Amparo sí que no fue acomadada, como la de mi tío Mateo. Proveniente de una familia humilde, pues su padre aparece en los registros como paragüero o vendedor ambulante, vivían al día, sobrevivían, como otras muchas familias de la época. Cierto es que mi familia dice que era joyero, de hecho mi bisabuela tenía un colgante hecho por él, pero es un dato que no he podido corroborar documentalmente. La profesión de su madre, aunque tampoco figura en los registros, era curandera de huesos o “estelera”, parece ser que de mucho éxito.
Con estos antecedentes familiares, Amparo tuvo muchas ocupaciones, iba a coger navajas que luego vendía a los restaurantes y bares (mi madre la acompañaba en múltiples ocasiones), recogía leña, fue partera (algo que se le daba muy bien) e incluso realizaba, según cuentan algunos de mis familiares, exorcismos con la desaprobación del sacerdote, entre otras cosas, porque tomaba prestada su Biblia, y aunque ella no sabía leer, hacía que se la leyera el sacristán. Pero mi madre siempre la recuerda como empleada de una de las tantas fábricas de los salazoneros italianos que tanto bien hicieron en tierras cántabras proporcianando trabajo a muchas familias y desarrollando, con su saber hacer, la industria conservera y, en concreto, la de la anchoa. Amparo, como decíamos, trabajó gran parte de su vida, en una de las fábricas de uno de estos salazoneros italianos, la de Salvatore Tarantino Sapienza.
Volviendo a mi bisabuela, a partir de un cierto período, se le complicó aún más, si cabe, el poder seguir adelante. Estamos en plena posguerra, en el año de 1950. Encontré, con asombro, que había sido encarcelada, y por un recuerdo de mi madre, creo que no debió de ser la única vez, aunque documentada solo tengo la de este año de 1950. Mi madre conserva un desagradable recuerdo de cuando era niña, en el que la Guardia Civil iba a buscar a Amparo a su domicilio, mi madre vivía con ella, llevándosela detenida. Además, y esto es lo peor, ese mismo año detienen a su hija ( mi abuela). No pudieron detenerla el mismo día, pero terminaron encontrándola y llevándola presa, por segunda vez, pues su hija ya había estado encarcelada en 1948, hecho del que hablaré más adelante. Por tanto, mi madre queda sola, sin abuela y sin madre, y es atendida por una de sus tías, Sacra, que se la lleva a Gijón, y que es menor de edad. No sé ni cuánto tiempo, ni cuántas veces fue detenida y encarcelada, pero esto marcaría su, ya de por sí, complicada vida. En esta época, ser madre soltera, con seis hijas, y haber sido encarcelada, no creo que abriera muchas puertas. Además tuvo que luchar con el escarnio y la estigmatización de sus congéneres, aparte de ganar el pan para sí misma y toda su familia. En cualquier caso, era mujer de armas tomar, y se defendía con uñas y dientes de cualquier ataque. Algo de esa  fuerte personalidad se aprecia en su mirada, en la fotografía que añado a continuación.
En esta fotografía, tomada en Las Palmas de Gran canaria, podemos ver, a mi madre, a mi abuela y a mi bisabuela. Ocho años después, fallecería aquejada por la enfermedad o linfoma de Hodgkin, con solo 60 años, lejos de su tierra natal, en Las Palmas de Gran Canaria.

 

Celebración del 15 cumpleaños de mi madre. Tres generaciones [Mª. Amparo, su nieta, mi madre (izquierda), Mª. Amparo, mi bisabuela (en el centro) y Mª. de los Ángeles, su hija, mi abuela (a la derecha).

Fotografía: Colección: Privada. Familia Pérez Elorriaga. Fotógrafo: Desconocido. Fecha: 17/10/1963. Ubicación: C/ La Garita (La Isleta) – Las Palmas de GC.

 [Fuente: Chiqui o Chini (nieta de Amparo)].

 

Mª de los Ángeles….

María de los Ángeles Pérez Elorriaga [1928, Santoña (Cantabria) – 1998, Puerto del Rosario (Fuerteventura)].

Fotografía: Colección: Privada. Familia Pérez Elorriaga. Fotógrafo: Desconocido. Año: Desconocido. Ubicación: Desconocida.

 [Fuente: Chiqui o Chini (nieta de Amparo)].

María, nació en Santoña (Cantabria) en 1928. A mi abuela, sí la conocí, aunque la vi muy pocas veces. Siempre estaba trabajando, y el hecho de que viviera en otra isla tampoco ayudaba. Lo que recuerdo de ella, es su fuerte personalidad y carácter y que fumaba muchísimo. También recuerdo que siempre me decía que era muy guapo. Las cosas que uno retiene en la memoria son así.
María, también tuvo una vida muy dura. Hija primogénita de Amparo, que la trajo al mundo con solo 17 años, pasó necesidades. Al igual que su madre, tuvo múltiples empleos, aunque llegó a tener prósperos negocios. También, como su progenitora, fue madre soltera.
Una de las primeras profesiones a las que se dedicó, fue la de bailarina (Fue como tal a Egipto, Roma y Grecia). Una anécdota muy desagradable que le ocurrió en Egipto, después de casi dos años trabajando allí, cuando se iba del país, le confiscaron todo el dinero en el aeropuerto, dinero que había ganado trabajando, durante todo ese tiempo. Dos años perdidos. Ya en Las Palmas de Gran Canaria, lugar al que llegó en 1960, era la encargada de contratar a los artistas en un Club llamado “Caobo”. Sus últimos proyectos, ya como propietaria, los realizó en la isla de Fuerteventura donde vivió más de 20 años. Era la propietaria de Restaurante “La Cabaña”, que luego convirtió en Piscolabis.

María de los Ángeles Pérez Elorriaga, antes de marchar como bailarina a Egipto.

Fotografía: Colección: Privada. Familia Pérez Elorriaga. Fotógrafo: Desconocido. Año: c. 1955. Ubicación: Santoña, probablemente.

 [Fuente: Chiqui o Chini (nieta de Amparo)].


También sufrió, como su madre, la persecución. Y fue encarcelada, al menos dos veces, cuando vivía en Santoña.
En 1948, con 19 años, fue detenida y encarcelada en la Prisión Oblatas de Santander. Parece ser, y en esto también están unidos los dos bandos, que al igual que le ocurrió a Mateo en Cuba, un familiar cercano fue el que la denunció. Lo más triste de esta circunstancia, es que estaba recién embarazada de mi madre, justo cuando fue detenida. Toda la gestación e incluso, el parto, tuvo que vivirlo encarcelada, con todo el trauma y sufrimiento que conlleva, para madre e hija. De hecho, mi madre no sabía que había nacido en la cárcel, hasta que lo descubrí. Son circunstancias que marcan mucho la vida de las personas que las sufren, y que les hace ser de una manera determinada, además de las secuelas que quedan de por vida. Poco después, en 1950, al mismo tiempo que era llevada presa su madre Amparo, también fue encarcelada, nuevamente, mi abuela. Les costó trabajo, parece ser, porque estuvieron varios meses reclamándola y buscándola, hasta que consiguieron apresarla.
Tras  esta azarosa vida, falleció de manera trágica, como no podía ser de otra manera, en Puerto del Rosario (Fuerteventura), a los 70 años de edad, en accidente de tráfico. Un cliente de su piscolabis, se saltó un stop, con la mala fortuna de que en ese momento pasaba mi abuela con su coche. Falleció poco después en el Hospital.

Y hasta aquí, este pequeño homenaje a mis familiares divididos por las circunstancias, pero unidos por los mismos sentimientos, el mismo sufrimiento y, también, por qué no, idénticas alegrías…

 

 

Jesús M. Cabrera.
MrB Genealogista.

 

Fuentes:

– Fotografías: Colección privada. Familia Pérez Elorriaga.
-Archivo Histórico Provincial de Cantabria. Gobierno Civil. Expedientes Penitenciarios.

 

 

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Muy interesante el relato. La mayoría de la gente acabó en un bando u otro por mero azar, simplemente por el lugar en el que se encontraban cuando estalló la guerra. La vida cotidiana de la “gente corriente” en esos años es quizá menos conocida, incluyendo los diversos grados de violencia cotidiana padecida que se justificaba con cualquier circunstancia o preferencia personal (la ideología de un familiar o amigo, las creencias religiosas, la empresa en la que trabajabas, etc.). Cuando pensamos en la guerra, esta u otra, nuestra imaginación parece centrarse en el frente y sus batallas, no en lo que sucedía en la retaguardia de cualquiera de los bandos donde estaba esa “gente corriente” intentando vivir o sobrevivir como bien podían. Por eso, en lo único que discrepo es considerar que toda esa gente estuviera claramente identificada con unos u otros, alineada con alguno de los bandos (“un muro de odio imaginario, pero real, tan real como esas trincheras”), algo que objetivamente no me parece muy correcto. Como han demostrado varios historiadores, muchos de los reclutados en ambos bandos apenas sabían de política y, por tanto, tampoco entendían bien de qué iba la guerra.

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